lunes, 22 de noviembre de 2010

El problema es la inocencia...

Inocencia… bonita palabra, nos recuerda a épocas pasadas, cuando éramos niños que jugaban al fútbol y su única preocupación era no perderse el último capítulo de Oliver y Benji. Sin embargo no somos conscientes de que aún somos tan o más inocentes que antaño, tan sólo hemos perdido la niñez, y eso es algo irrecuperable (aunque no hay que lamentarse porque ya terminó sino sonreír porque pasó). Digo que somos tan inocentes como antes porque, aunque pensemos lo contrario, se nos engaña más fácilmente que antes. Si bien es cierto que, a nuestra edad, si viene alguien diciendo que tiene polvos mágicos que te hacen volar lo único que piensas de esa persona es que es un pobre camello falto de imaginación, cuando nos cuentan ciertas cosas nosotros las aceptamos sin más. Cuando éramos pequeños y nos contaban algo asombroso por lo menos teníamos la decencia de hacer ciertas preguntas que incomodaban a aquellos que nos contaban esos magníficos relatos. Es cierto que las historias que nos han de contar para que nos las creamos han de estar mucho más elaboradas que las que nos contaban cuando éramos pequeños, pero si el creador de la historia consigue hacer una lo suficientemente sutil nos la creeremos sin más, porque somos así, no preguntamos, es más cómodo y, además, es una falta de educación ¿no?

¿Y cuál es la solución a este pequeño problema?

Pues la picardía, la ironía, el sarcasmo… Son herramientas muy útiles para no dejarte engañar por los artificios ajenos. Como bien sabemos, nuestros amigos los italianos son plenos dominadores de estas artes, y digo artes porque eso es lo que son. Y no es que sean una de esas cosas en la vida que nacen y no se hacen, todo lo contrario, por tendencia natural tendemos a lo más fácil, a confiar en los demás, a creernos lo que nos dicen y a no utilizar los argumentos de otros en nuestro beneficio. Con esto no pretendo establecer un manual de ironía, sarcasmo y picardía, pues yo aún no soy buen conocedor de estas artes pero sí quiero reflejar el importante papel que desempeñan en nuestra sociedad. Por poner un ejemplo pondré a los políticos, ellos son artistas consagrados en estas categorías, disfrazan la verdad de una manera tan enrevesada que, a veces, corren el riesgo de que parezca mentira, juegan con la inocencia de la gente porque es lo que hace un verdadero político, perdón, quería decir pícaro. Pero no los pintemos peor de lo que son, realmente no es que no digan la verdad, sino que la enmascaran de tal modo que nos resulte menos directa. Pero no hay que criticarlos por ello sino alabarlos porque ellos han comprendido la verdadera importancia de saber decir las cosas y de saber las cosas que se pueden decir y las que no. Hay por ahí una frase (ya sé que es un tópico) que dice: "Mejor es cerrar la boca y parecer tonto que abrirla y disipar las dudas". Y es que no sólo hay que ser pícaro en nuestras acciones sino también al elegir las cosas que se han de decir y las que no y el momento en el que se ha de hacer.

Podría seguir parafraseando durante un largo rato pero extraerías la misma conclusión así que aquí lo dejo.

"Pon un poco de hipocresía, sarcasmo y todas esas bonitas palabras que acaban por -ía y todo te irá mejor, aunque siempre hay que ser coherente con los ideales propios ¿no?"

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